La Cena Mágica de Mia
Por: Benny Tecuento
Mia estaba emocionada. Mañana era el aniversario de bodas de sus padres y quería prepararles una cena especial. Había pasado días buscando la receta perfecta, pero todo parecía salir mal. La masa del pastel se pegaba a sus manos, la salsa se quemaba y el pollo se desmenuzaba.
Frustrada y con lágrimas en los ojos, Mia se sentó en el suelo de la cocina. De repente, sintió una brisa suave y una fragancia deliciosa inundó la habitación. Allí, flotando sobre la mesa, estaba Rosmarín, la hada de la cocina, con su delantal blanco y su varita mágica hecha de un rodillo de amasar.
«No te preocupes, Mia,» dijo Rosmarín con una sonrisa amable. «Cocinar puede ser mágico cuando se hace con el corazón». Con un movimiento de su varita, la masa del pastel se volvió suave y esponjosa, la salsa recuperó su sabor y el pollo se cocinó a la perfección.
Rosmarín le mostró a Mia algunos trucos de cocina mágicos. Le enseñó a hacer un glaseado brillante para el pastel, a sazonar la salsa con hierbas aromáticas y a presentar los platos de una forma creativa. Con la ayuda de Rosmarín, la cocina se transformó en un lugar lleno de alegría y aromas deliciosos.
Cuando los padres de Mia llegaron a casa, quedaron asombrados con la cena. La mesa estaba adornada con flores frescas y velas, y los platos eran una verdadera obra de arte. Mientras comían, los padres de Mia no podían dejar de elogiar la comida y la creatividad de su hija.
Al final de la cena, Rosmarín apareció nuevamente y le dijo a Mia: «Recuerda, Mia, la magia está en cada ingrediente y en cada toque que le das a la comida. Lo más importante es cocinar con amor».
Mia sonrió, sabiendo que esa noche nunca la olvidaría. Había aprendido una lección valiosa sobre la cocina y la importancia de la magia que hay en cada bocado.